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La preservación y el robustecimiento de los ecosistemas redunda en la presencia y disponibilidad de reservas de agua, superficialmente y en el suelo… Definitivamente, el ser humano y la sociedad tienen en sus manos las opciones de potenciar o destrozar este círculo virtuoso, cuyo elemento articulador es el agua. Del editorial de LEISA 26-3

Para este número sobre agua y agricultura esperábamos artículos enfocados en las soluciones que permiten hacer más eficiente el uso del agua en la agricultura de riego o en la que, siendo de secano, no se limita a la cosecha garantizada por la lluvia sino que puede ser productiva también en época de estiaje. Sin embargo, como rasgo positivo de lo que viene sucediendo con el agua en muchas de las áreas rurales de la región latinoamericana, la mayor parte de las experiencias publicadas en este número presenta enfoques integrales como alternativa de gestión técnica y política para asegurar la sostenibilidad de este recurso natural, imprescindible para la agricultura y la vida humana. Así los enfoques de manejo integral de cuencas (Portocarrero, p. 10; Pinto, p. 12) cobran especial relevancia social y ecológica ante las situaciones de cambio climático, pues muestran la necesidad de identificar el problema y formular planteamientos técnicos y sociales con los mismos protagonistas: las familias agricultoras que viven y producen en los varios pisos altitudinales de las cuencas, con el fin de encontrar las alternativas integrales de solución y el compromiso para realizarlas.

Trabajo comunal para la reparación del sistema de riego, San Isidro, Ecuador. Tristan Partridge

Es también importante destacar las iniciativas de gobiernos locales (municipios) que habiendo identificado, junto con los productores rurales del ámbito de su gobierno, la importancia de revertir la actual situación de mucha aridez, deciden la construcción de infraestructura para la cosecha del agua de lluvia (Porras, p. 24). En esta misma línea se encuentra la experiencia de una comunidad campesina que decide, en forma colectiva, cambiar la condición de semiaridez de sus suelos mediante la construcción de un canal (Partridge, p. 8).

Como propuestas de políticas que cambien las actuales opciones técnicas, se encuentra la crítica a procedimientos de riego que atentan contra la disponibilidad del recurso, tanto para la calidad ecológica del ecosistema –conservación y recarga de los acuíferos– como para la viabilidad productiva de la agricultura en zonas abastecidas tradicionalmente por las avenidas estacionales de ríos (Bayer, p. 21). Aparentemente, como opinión contradictoria a esta crítica se encuentra una breve nota sobre los riesgos que pueden presentar los estanques para el suelo agrícola (Ortíz, p. 27).
Otra propuesta importante de políticas técnicas de carácter público para ámbitos locales específicos se encuentra en el artículo que plantea una serie de recomendaciones sobre el manejo de aguas servidas para la agricultura de pequeña escala (García, p. 29).

El agua es, cada vez más, un recurso escaso, distribuido inequitativamente y cuya capacidad de renovación se ve amenazada ante las situaciones generadas por el cambio climático y el calentamiento global, pero sobre todo por la contaminación y despilfarro que caracterizan su uso, especialmente en las industrias extractivas (mineras, petroleras, madereras).
Estas, además de competir en términos desiguales, restringen la posibilidad del uso de agua –tanto en volumen como en calidad– a las poblaciones que las necesitan para su vida y producción. Este contexto, muy actual en las zonas rurales de América Latina, nos ha motivado a publicar entrevistas a personas con connotada experiencia en la defensa y promoción del derecho al agua, como son los casos de Laureano del Castillo (p. 6) y de Elizabeth Peredo (p. 19); ambos de países andinos, Perú y Bolivia respectivamente, donde es urgente llegar a acuerdos políticos que sean producto del diálogo entre las partes en conflicto y que permitan tomar decisiones que no atenten contra la sostenibilidad de los ecosistemas y la salud de las poblaciones rurales, y que hagan cumplir las normas ambientales a las empresas inversionistas.

Es necesario recordar que la generación y renovación del recurso agua no depende exclusivamente de la fuente hídrica, pues el agua es producto de una serie de interacciones que se producen en la naturaleza, de las que debemos aprender como lo propone la agroecología, y donde la biodiversidad silvestre y la cultivada desempeñan una función crucial, pues no hay en la actualidad suficiente agua en el mundo como para abastecer grandes infraestructuras de regadío (Tittonell, p. 5).

Siguiendo esta orientación de considerar la sostenibilidad de la producción de la agricultura familiar campesina e indígena no limitada solo al acceso al recurso agua, sino a los recursos naturales y sociales que la hacen posible, pero desde un enfoque político, LEISA entrevistó a Eduardo Gudynas (p. 36) sobre la situación de los recursos naturales para la agricultura de pequeña escala en América Latina.

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