El aceite de palma se puede utilizar en todo, desde cosméticos hasta combustible. Es barato y fácil de producir, pero tiene un lado oscuro. Su enorme popularidad ha causado una destrucción ambiental generalizada.
En la antigüedad se utilizaba como objeto funerario. En la medicina tradicional africana se utiliza para aliviar el dolor. Se encuentra en casi el 40 por ciento de los productos de uso cotidiano que podemos encontrar en las estantería de cualquier supermercado. Ya sea en el pasteles en, el champú, las patatas fritas, el maquillaje o el helado. Incluso llenamos el tanque de nuestro coche con él.
En los últimos años, la producción y la demanda de aceite de palma se han disparado. Entre 1996 y 2017 el consumo mundial se triplicó con creces, pasando de poco más de 17 millones a más de 60 millones de toneladas métricas, según el gobierno de Estados Unidos (véase gráfico 1). Este auge, sin embargo, está causando graves daños medioambientales a medida que se exterminan grandes extensiones de bosque para crear espacio para la expansión de monocultivos de palma africana... Lea la nota completa aquí.