Los plaguicidas de síntesis química son una mercancía peculiar en el capitalismo.
Su valor de uso está dado por su capacidad tóxica destructiva, por la posibilidad de alterar procesos biológicos y fisiológicos fundamentales que pueden llegar a provocar la muerte a los organismos vivos que se consideran plagas. Sin embargo, como estos procesos biológicos son comunes a una amplia variedad de organismos –incluidos plantas, insectos, animales y al ser humano– los plaguicidas son en realidad biocidas.
El uso continuo de estos biocidas químicos y en particular de los insecticidas, puede afectar no solo a los insectos considerados plaga sino a otros organismos benéficos, entre ellos a insectos benéficos tanto predadores como parasitoides e insectos polinizadores como las abejas.
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