junio 2016, Volumen 32, Número 2
Leguminosas y plantas silvestres en la alimentación y la agricultura

Bioseguridad en los ecosistemas productivos y su entorno

ENTREVISTA CON ANA WEGIER | Página 32-35
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Ana Wegier, doctora en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), actualmente es investigadora en el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM. Fue conferencista en el curso “Bioseguridad de los OVM en los ecosistemas productivos y su entorno” que se desarrolló del 9 al 13 de mayo 2016, en la Universidad Nacional Agraria La Molina, Lima, Perú. Las principales investigaciones realizadas por la Dra. Wegier son sobre conservación y bioseguridad de algodón silvestre y maíz, en su centro de origen y diversidad.

LEISA: ¿Cuál es su opinión sobre la ingeniería genética en América Latina?

Ana Wegier: Se puede usar para cosas buenas y malas, y depende de con qué criterio y en dónde la usas. Hay ingeniería genética que se puede estar utilizando para producir medicamentos o hacer investigación de forma confinada. O puede ser que se esté utilizando para liberar productos al ambiente en los centros de origen y biodiversidad de especies importantes para la humanidad. Esos casos son muy distintos. Juzgar a la gente que habla de los transgénicos a favor o en contra es una forma de evitar el debate serio e informado y al final todos pierden. Una de las conclusiones del trabajo que realizamos es que las investigaciones deben desarrollarse a largo plazo y que hay que reconocer la necesidad de hacerlas para contar con información para tomar mejores decisiones. Esto no tiene que confundirse con temor al desarrollo, simplemente las decisiones se toman con mayor responsabilidad porque se entiende que las tomas hoy pero van a afectar sobre todo a las siguientes generaciones. Porque los transgénicos no son producto de una tecnología más del campo, donde si no funciona podemos retirarla. Como organismos vivos, los genes de los productos genéticamente modificados van pasando de generación en generación. Lo que liberemos hoy, si hay flujo génico, va a permanecer en el ambiente y no lo podemos retirar. Las personas que toman las decisiones tienen que darse cuenta de que no están pensando en su finca ni en sus años en el gobierno. Están pensando en sus nietos. ¿Qué es lo que van a heredar a sus nietos? Eso es lo que se va a decidir y por eso es bastante grave tomar decisiones sin conciencia de las consecuencias. No es temor, simplemente la información tiene que haber sido generada en esta área.

Por ejemplo, las condiciones que hay en Perú por ser centro y origen de la diversidad de la papa, no son iguales a las de ningún lugar del mundo. Aquí están y se mantienen las condiciones en las que la diversidad de la papa se originó, incluida la cultura, los sistemas de manejo y su ambiente. Las investigaciones realizadas en Canadá o Australia sobre la papa no se aplican directamente al Perú, por eso se deben realizar investigaciones aquí. Para eso debería estar sirviendo la moratoria de diez años, además de establecer la parte legal. Es necesario que se genere mucha investigación para que los tomadores de decisiones cuenten con información adecuada. Sino, van a estar todos muy bien capacitados, por ejemplo para hacer análisis de riesgo, pero no habrá información local para evaluar.

LEISA: En Perú, el flujo génico es uno de los argumentos para tratar de poner límites al uso de los transgénicos. Queríamos preguntarte sobre la evidencia empírica de flujo génico que se haya detectado en México.

AW: En México tenemos dos casos importantes porque nosotros somos centro de origen y diversidad genética tanto de algodón, como de maíz. El caso del algodón es el que más he estudiado. He estado viendo cómo es la evolución de la especie en el país. Todas las especies evolucionan bajo cuatro fuerzas. Esas fuerzas son la mutación, que son cambios en el ADN; el flujo génico, que significa que individuos vayan de una población a otra y tengan descendencia; la endogamia, cuando se juntan entre parientes y hay repercusiones por genes iguales, y la selección natural, que significa que cuanta mayor diversidad hay en una población, mayores posibilidades hay de sobrevivir a nuevas condiciones en el ambiente, y cuando menos diversidad existe, las posibilidad de sobrevivir son menores. El flujo génico es parte de la evolución de todas las especies que están actualmente en el planeta. Hay mucha gente que no entiende biología evolutiva y entonces piensa que el flujo génico es algo nuevo. En el caso de plantas silvestres y cultivadas, el flujo génico se da por dos vías. Una es por migración de los gametos, o parte masculina, que es el polen y tiene movilidad propia, sea a través del viento o de polinizadores, depende de la especie; la otra vía es a través de semillas, que ya tienen la parte femenina y masculina en un individuo nuevo y distinto. En el caso de la mayoría de las plantas cultivadas es evidente que el humano tiene mucho que ver con su movimiento. Por ejemplo, la semilla del maíz se mueve a distancias tan lejanas como un humano la pueda mover. Y en el caso del algodón es más o menos lo mismo. El polen se mueve a distancias mucho más cortas porque requiere del polinizador. En el maíz el polen se mueve, además, por el viento, y eso puede moverlo tanto como las condiciones lo permitan, en suave brisa o tormenta.

Hay estudios hechos para ver a qué distancia se podrían mover los transgenes en campos de cultivo, pero son muy locales. Sin embargo, en el caso de que tengamos parientes silvestres necesitamos ver un poco más allá. Cada planta de maíz puede producir 4,5 millones granos de polen. Entonces, si en medio de un campo hay una planta de maíz transgénica, esta producirá esa cantidad de polen. Con un grano de polen que, movido por el viento, llegue a dos kilómetros de distancia y logre polinizar, habrá una semilla, que va a dar otros 4,5 millones de gramos de polen. Y así puede haber por mucho tiempo una presencia baja, que no es igual a cero. En los centros de origen y diversidad no se puede permitir una frecuencia baja, se tiene que tratar de mantener en cero. Ahora se ha estado intentando, para fines comerciales, hacer políticas con presencia mínima de transgenes, porque no pueden controlar la presencia cero, pero no es para fines de protección de la diversidad y eso es muy importante que se entienda. En Europa han permitido que por presencia accidental o técnicamente inevitable los ingredientes de los alimentos no superen 0,9% de transgenes.

Eso es una cuestión comercial, su objetivo no es conservar los centros de origen y diversidad, porque si permitimos aunque sea una baja presencia, no sabremos cuáles van a ser las presiones de selección o condiciones ambientales en el futuro que pueden hacer que esa presencia aumente o disminuya. Por eso tenemos que mantener la frecuencia en cero. Se ha hecho mucha teoría evolutiva sobre el flujo génico. Conocemos los mecanismos, simplemente no hay que temerle. Hay que ver cuáles son las características biológicas de cada uno de los cultivos y si hay capacidades reales de evitar ese flujo génico. Cuando el objetivo es la conservación se requiere conocer cómo se origina y se mantiene esa diversidad genética. En el caso del maíz, mucha de esa diversidad está formada por cuatro principales factores. El primero es el sitio donde se cultiva el maíz, la diversidad de cada una de las plantas de maíz está moldeada por el ambiente. Otra es la distancia a la que puede viajar el polen; ya dijimos que no hay manera de controlar esto, simplemente se mueve. Otra de las cosas que tienen importancia en el maíz es la migración a través de semillas y cómo se va dando, y ahí, obviamente, está involucrado el humano. La otra característica es el uso de este maíz; por ejemplo, hay algunas variedades que se utilizan mucho y otras poco. Esto también influye en cómo se moldea la diversidad. Entonces, si nosotros afectamos cualquiera de estos mecanismos, también estamos afectando, a largo plazo, la diversidad. Si el intercambio de semillas, por ejemplo, es importante para la diversidad genética del maíz, no podemos interrumpirlo.

Lo que hemos visto en la experiencia mexicana, es que en centros de origen y de diversidad genética y en países mega-diversos, los análisis de riesgo y las medidas de bioseguridad han sido superados por la realidad. En México tenemos una ley y su reglamento pero todavía no tenemos una norma oficial que diga cómo se deben hacer los análisis de riesgo en las solicitudes. Entonces no se han hecho buenos análisis y las consecuencias han explotado por situaciones no previstas. Por ejemplo, razas de maíz y algodón silvestre con transgenes o en el caso de la soya transgénica, donde el problema es económico, no del ambiente. En la península de Yucatán y Chiapas las abejas de la apicultura pecorean las flores de soya. Y entonces, la miel tiene polen transgénico. Eso lo detectaron en Alemania.

México es el segundo exportador de miel a Europa y en esa cadena productiva están involucradas más de 40 000 personas, en general de origen maya, que practican apicultura como un complemento de otras actividades económicas. Hay muchísima gente afectada por este problema. En Europa se puede se¬parar el polen del resto de la miel, por eso cuando lo detectaron se detuvieron las exportaciones; después hubo negociación a nivel legal entre los países para que no separaran el polen, se tomara como componente de la miel y no como ingrediente. Ahora la miel mexicana no está etiquetada, pero los europeos dejaron de consumirla y castigaron los precios, porque se sabe que viene de un país donde se siembra soya transgénica.

LEISA: Pero has dicho que la contaminación con transgénicos permitida en Europa es de 0,9%.

AW: Si supera el 1%, entonces el producto tiene que estar etiquetado. Eso era lo mínimo que se podía detectar responsablemente. Ahora hay mejores protocolos de detección. Podrían disminuir el porcentaje de OGM un poco más. Es un umbral técnico, no es por cuestiones de salud.

LEISA: ¿Por qué los alemanes no aceptan que la miel de esa parte de México tenga un valor de polen transgénico superior al 0,9%?

AW: Yo no sé qué pensarán los alemanes exactamente. Pero los estudios sobre efectos en salud humana no son independientes de las empresas, ni a largo plazo.

LEISA: Curioso, porque en Perú se importa maíz transgénico para alimentar pollos, pavos, cerdos. Eso se permite. Y hay una empresa muy grande que nos vende sus pollos y sus pavos, y exporta a Japón también, pero los japoneses les exigen que en sus pavos no haya material transgénico. En cambio, nosotros todos los días comemos pollo alimentado con transgénicos.

AW: La verdad es que es muy difícil que los países logren mantener esta frecuencia de transgenes cercana a cero, porque las fronteras están abiertas al comercio. Los países que logren tener realmente cercanas a cero sus frecuencias, tienen mercados mucho más estables. En México lo vivimos desde 2013, debido a que un juez prohibió la siembra de maíz transgénico como medida precautoria para el proceso de una demanda colectiva. Entonces a México se le abrieron un mundo de oportunidades en mercados donde querían comprar maíz que no fuese transgénico. China, está interesada en seguir adquiriendo maíz sin transgenes. La verdad es que el resto del mundo no consume maíz como lo hacemos nosotros, consumen un animal que se come ese maíz. Los mexicanos y peruanos lo comemos directo en miles de platillos, todos los días, tres veces por día y en todas las situaciones de la vida. Al parecer en China y otros países les preocupan cosas similares y se interesan entonces en comprar maíz a los países libres de transgénicos. En México tenemos el maíz que necesitamos para consumo humano, que es el blanco y que hasta nos alcanza para exportar. Muchos países quieren comprar maíz libre de transgenes, así que mantenerse libre de transgénicos abre un mercado importante. Y eso es algo que todavía no se ve en países como los nuestros, en donde parece ser que brilla más el hecho de sembrar tecnología y estar de la mano de ciertas transnacionales, que conservar los recursos, tener un mercado asegurado para la venta y convertirnos en un país con más estabilidad económica. Mi opinión es que las compañías transnacionales lo tienen muy claro, ellas venden semilla donde hay negocio. Y la semilla que nos van a vender después es la semilla libre de transgénicos. Ese es el siguiente paso…

LEISA: ¿Nuestro propio maíz?

AW: Sí, pero ellos sí lo conservarán limpio, en algún lugar. Entonces es muy importante que no se pierda la semilla. México perdió la semilla de algodón. Ahora tenemos que comprar el 100% de la semilla en el extranjero. Y somos el centro de origen. Por eso son muy importantes los bancos de semilla. Pero a las semillas de los bancos hay que sacarlas al campo y en ese momento se pueden contaminar. Es muy importante mantener la semilla limpia, pues una vez que hay transgenes, es imposible quitarlos sin perder la diversidad. Por eso es que la precaución del flujo génico es tan importante, porque los efectos son irreversibles.

LEISA: ¿Encontraron que se había producido flujo génico?

AW: Sí, en algodón el flujo génico lo encontramos en el 50% de las metapoblaciones. Nosotros tenemos ocho metapoblaciones de algodón silvestre en el país, cuatro de ellas presentaron, por lo menos, una proteína recombinante, o sea, de origen transgénico. Cada uno de estos datos que salen a la luz tiene que estar muy bien corroborado, y debe ser difundido en una publicación científica, de tal manera que no se publique nada que después pueda ser rebatido, porque eso implica un desprestigio para quien lo está haciendo. Sobre maíz hay 14 trabajos publicados que demuestran transgenes en razas de maíz en México.

LEISA: Entonces, no se está cultivando maíz transgénico en México.

AW: Este año se inició un juicio cuya pertinencia se discutió desde 2013. Es una demanda colectiva, aparte de la ley de bioseguridad de OGM. Mientras esto sucedió, la medida precautoria que implicaba no sembrar estuvo vigente. Este año, lo que yo entiendo que dijo el juez, es que no puede haber liberaciones experimentales o piloto sin medidas de bioseguridad efectivas para evitar el flujo génico, y siguen prohibidas otras piloto y las comerciales. Por ahora no hay ninguna. Además, otro de los grandes problemas asociados a los transgénicos que preocupa, es el tema del uso de glifosato. Las solicitudes que impliquen su uso, tienen que garantizar que no hay un riesgo ambiental ni otros asociados. Lo cierto es que este debate fue admitido por el juez y va a permitir que la información que maneja cualquiera de las dos partes sobre maíz transgénico en el centro de origen y diversidad sea la verdadera. No se puede decir al juez: “los transgénicos producen más”, porque no fueron producidos para que produzcan más, y ese era un argumento muy fuerte de los industriales. Ellos tuvieron que presentar documentos donde aceptan, legalmente, que sus transgénicos no producen más.

LEISA: En el caso del glifosato, acá no hay una restricción en su uso. Se usa en algunos cultivos, para acelerar el proceso…

AW: En México la forma en que se regula el glifosato está completamente alejada de cómo se regula el transgénico. No hay una integración de toda la tecnología que implica el uso de semilla transgénica. En el caso del glifosato en particular, está cambiando bastante, pues nuestros países aceptaron, como muchos otros, este agroquímico porque estaba aprobado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ahora ha dicho que es probablemente cancerígeno. Y entonces eso va a hacer que nuestros países tengan que utilizarlo de manera más consciente, o por lo menos hacer transparente su toma de decisiones.

LEISA: Acá el tema del etiquetado ha sido bloqueado por la industria de alimentos, de manera que no sabes qué ingredientes contiene lo que estás comiendo. En Argentina, la soya transgénica tiene 50 millones de transgenes y existen zonas de monocultivo de soya con fumigación aérea de glifosato, entonces lo que los argentinos denuncian es que tiene efectos nocivos sobre la salud.

AW: Sí, se requiere investigación a largo plazo y, como decíamos, la investigación requiere recursos, además de mucho trabajo y es muy difícil hacerla cuando no hay colaboración. En México también se podría llevar a cabo en zonas donde se asperja por avión, ya que tenemos varios lugares de agricultura intensiva. El riesgo no solo es el glifosato, también hay otras cosas. Podrían hacerse ciertos estudios pero no existe el interés. El grupo de Andrés Carrasco en Argentina, empezó con esta línea de investigación por interés propio, debido a los desplazados y otros problemas. En México también hay grupos independientes que están tratando de hacer monitoreos a la salud.

LEISA: Una última cosa, en el Perú es muy difícil que el Estado pueda efectivamente monitorear, controlar la entrada de semillas transgénicas. Aquí la informalidad es excesiva. Entonces, ¿es mejor decir que no entren transgénicos a decir que vamos a dejar entrar y vamos a controlar y hacer todo para evitar la contaminación?

AW: La verdad es que uno no puede tomar decisiones sin tomar en cuenta el contexto social económico y político en donde van a impactar esas decisiones. Por más que sean decisiones biológicas, si uno está tomando decisiones sobre plantas útiles, no puede ignorar al humano. Es una realidad que afecta a todo el mundo. Y este mundo está dispuesto a apoyar a los países que son centros de origen y diversidad. Ni Perú, ni México están solos, y eso es fundamental que se entienda. Los recursos para las investigaciones que nosotros estamos llevando a cabo, no solamente son de nuestros gobiernos. Entonces, es una responsabilidad de Perú tomar sus propias decisiones, pero no están solos, ni con el conocimiento científico, ni con la parte gubernamental. Y es importante que lo sientan así, porque están cuidando un recurso de toda la humanidad. Para México, los recursos que tiene la Secretaria de Ambiente (SEMARNAT) han sido fundamentales para el estudio de especies de las que somos centro de origen. Eso nos ha permitido generar información antes de que existan algunas de las solicitudes de liberación. En Perú hay mucha información que ya se ha generado sobre la papa: cómo es el intercambio, los polinizadores, los dispersores; sobre la filogenia de la papa, su historia, cuáles son sus interacciones y ahora llega un momento en que hay que integrar e identificar cuál es la información que falta y generarla. Esto no es allanar el camino para que exista la liberación. Es tener información para no tomar decisiones como si tuviéramos una venda en los ojos. En ningún momento quiere decir temor al desarrollo. Solamente es hacer las cosas con responsabilidad, la que exige el puesto de decisores políticos.

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